viernes, 20 de mayo de 2011

Hola Leonor, dijo él. No son tiempos para andar fingiendo. Le entregó un sobre alargando su brazo hacia ella que le miraba inmóvil.

Leonor bajó la cabeza conteniendo sus lágrimas, había invertido tantas horas pensando en aquel hombre que, ahora, allí de pié frío y distante le parecía haber estado alimentando un monstruo que la devoraba sin escrúpulos.

Estoy convencido de su inocencia Leonor pero no puedo seguir con el caso, tengo otros asuntos fuera de esta ciudad.

Proctor desapareció dejando a su amiga fuera de sus planes. Provablemente Leonor le estorbaba.

Cuando ella abrió el sobre, había un billete de avión y una pequeña lista de nombres. Viajar sola no era lo peor, Leonor siempre viajaba sola. Lo triste, lo verdaderamente triste, era la forma en que Proctor se había ido.

Después de llenar su maleta con ropa de invierno, Leonor dejó una nota en la mesa:

"Por si no vuelvo espero que tus días estén llenos de la luz que te quise dar.
Ni siquiera te pido que me recuerdes y, puede, que el recuerdo sea un privilegio solo mío.

Pensaré en cada paso que puedo dar hacia la forma de amarte con la esperanza más generosa, la esperanza perdida en momentos pequeños que no pueda disfrutar contigo.

Leonor Valkin
"

Salió entonces de casa sin su pesada maleta.

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