viernes, 12 de septiembre de 2014

Escarccha

Leonor emprendió su vida entre las mismas sábanas y las llenó de bonitos sueños.
Volvió a recordar las rosas y el olor limpio de aquel salón, donde cada gemido, era un tesoro escondido aún más adentro que su indiferencia.

Estaba esperando la visita a su mundo bonito con intención de quedarse a contemplarlo junto a ella.
Hay tizas de colores para imaginar, pero no hay manos capaces de dibujar su corazón.

Ahora que Leonor ha crecido, no hay soporte para la compasión.