lunes, 5 de septiembre de 2011

La luz que tengo yo

Humilde él me dice que tengo luz!
Cuando me siento igual que el monigote de teatro
en la escena de un monólogo de amor,
cegado por la luz, que él,
tramoyista, iluminador, va gestionando
con impulsos
pasión
amor
pasión
amor
el péndulo eterno que va de la carne al verso
en un viaje con tartera repleta de comida
rica, rica, rica.

Pasan los árboles, fálicos, verdes como sus ojos,
Y yo los veo corre que te corre entre suspiros.

¿Cuánto falta?, pregunta la niña de las coletitas,
Y yo que quiero responder “una eternidad”.

Que poco es una eternidad en tus brazos,
que corto viaje para tanta comida.

Cienes


Hay cienes de razones te digo por las que perdiste el ombligo,
la fuerza y el sentido.
Por cien poemas robados,
Cien frases iguales
cien obras de teatro
cien noches sin cenar
ni desayunos compartidos.
Por cien perdones no pedidos.
Por cien perdiste, que triste.
Ahora tienes cien
flores marchitas
cien cisnes cansados, tristes, decepcionados.
Cien lamentos falsos,
cien hipócritas lenguas lamiendo tus heridas,
un sándwich de pan duro.

Por cien has renunciado, por cien bajas monedas,
como Iscariote desfigurado arrepentido
Por cien, sólo por cien…
monedas cien por cien verdaderas
prometidas hablando de tu mentira.

Búscate en los bolsillos
ahora que te pesa la calderilla
Y cose bien los agujeros no sea que por un mal hilván se pierda
alguna que otra
digamos...
Monedilla.